Una alimentación saludable y equilibrada, acompañada de una práctica habitual de ejercicio físico son claves en la prevención de muchas enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes, la hipertensión, los problemas vasculares, algún tipo de cáncer, la artrosis, la osteoporosis y algunas anomalías relacionadas con la salud mental.
Hay una estrecha relación entre la actividad física, la alimentación sana y la esperanza de vida. Seguir estas pautas de comportamiento produce bienestar y salud que se traduce en una mejor calidad de vida.
Estos hábitos saludables deben mantenerse durante la infancia y mantenerse toda la vida.