La infestación se transmite fácilmente de persona a persona a través del contacto físico y con frecuencia afecta a toda la familia.
Los ácaros, que apenas pueden distinguirse a simple vista, suelen transmitirse cuando las personas duermen juntas. Raras veces se propagan por la ropa de vestir o de cama, así como por otros objetos compartidos; su supervivencia es breve y un lavado normal los destruye.
La hembra del ácaro cava túneles y surcos bajo la capa superior de la piel y deposita sus huevos en ellos. Las formas jóvenes del ácaro (larvas) nacen a los pocos días. La infestación causa un picor intenso, probablemente como resultado de una reacción alérgica a los ácaros.