Las personas que padecen anorexia nerviosa no suelen tener conciencia de la enfermedad ni del alto riesgo que corren por su conducta.
Ese intenso miedo al sobrepeso provoca la práctica de una dieta rigurosa de restricción de alimentos, especialmente de aquellos que se considera que tienen muchas calorías. Por ello, para perder peso se añaden otras conductas incluso más peligrosas: los vómitos autoinducidos, el uso y abuso de laxantes y diuréticos, el consumo de fármacos para quitar el hambre y la hiperactividad física.
Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA, anorexia y bulimia nerviosa y el trastorno por atracón) afectan a más del 5% de adolescentes y jóvenes, pero también ocurren en adultos.