Las vitaminas tienen el efecto de convertir los alimentos en energía, regulando las reacciones químicas necesarias para la vida.
Existen dos tipos de vitaminas diferenciados.
Liposolubles:
Vitamina A (retinol), Vitamina D (calciferol), Vitamina E (tocoferol) y Vitamina K (antihemorrágica). Estas vitaminas se disuelven en grasas y aceites, almacenándose en el hígado y en los tejidos grasos. Si se consumen en exceso, pueden ocasionar toxicidad.
Hidrosolubles:
Vitamina C y complejos B1, B2, B3, B5, B6, B7, B9 y B12. Estas vitaminas se disuelven en agua y no se almacenan en el organismo, por lo que deben administrarse con regularidad y solo se puede prescindir de ellas durante unos pocos días.